lunes, 24 de febrero de 2020

LA CHICA DE AL LADO

Subía los peldaños de la escalerilla del avión, pensando que ése sería el último momento que pisara tierra firme en las siguientes ocho horas. Después de atravesar la estrecha puerta delantera del aparato, una sonrisa a una auxiliar de vuelo pegada, me invitó a pasar tras darme los buenos días. 
Dejé mi bolsa de mano en el compartimento superior y fastidiado comprobé que había alguien en el asiento de la ventana, el mío.
El intruso, o mejor dicho, la intrusa era una chica joven de pelo liso y rubio, que vestía una camisa roja, falda blanca hasta las rodillas y un par de sandalias. La cara pálida y tensa, agitaba nerviosamente las rodillas.
Antes de poder decir nada, ella se giró bruscamente al sentirse mirada por mí:
‘Hola, ¿este es tu sitio verdad? Perdona, pero es que verás, ¿te importaría cambiarme el sitio? Es que es la primera vez que vuelo, osea, que voy en un avión y tengo un poco de miedo, ¿se me nota un poco no? Je je. Bueno pues que si no te importa pues que me gustaría sentarme en la ventanilla para ver lo que pasa fuera y estar más tranquila, ¿no te importa no?’
Respondí con un escueto ‘vale‘, acompañado de un ligero movimiento de hombros, y ocupé mi nuevo asiento.
‘Gracias, de verdad, es que si no… bueno ¿tú también es la primera vez que vuelas? Supongo que no ¿no?
No, vuelo bastante‘, contesté sin girar la cabeza y recé interiormente para que el avión despegase de una maldita vez.
‘Ah claro, ya decía yo que te veía muy tranquilo, porque yo estoy uff… además…’
El repentino aumento de ruido y las vibraciones del motor, seguidas del primer movimiento del avión lograron hacer callar a mi compañera de asiento, que en vez de palabras utilizó mi brazo para canalizar su nerviosismo, agarrándose a él con fuerza, mientras yo sentía cómo mi paciencia se escapaba con cada respiración.
Ella estaba mirando por la ventanilla con la vista fija en el cielo infinito, escuchaba música con sus auriculares; ni siquiera se inmutó cuando tome mi asiento de nuevo. Perplejo y aliviado, saqué un libro y empecé a leer, hasta que mi lectura se mezcló entre sueños.
Desperté un par de horas después o eso me pareció a mí. La primera mirada fue lentamente hacia la derecha, donde un silencioso sollozo acompañaba las lágrimas de mi acompañante, encogida y respirando rápidamente. Incorporándome preocupado le pregunté la razón de su aflicción.
‘Es que mientras dormías, ha habido unas turbulencias horribles y estoy muerta de miedo, pero como antes he notado que te habías molestado, pues no he querido despertarte.’
Un sentimiento de culpa y lástima invadió mi mente y sin saber muy bien qué decir, me disculpé y traté de tranquilizarla contándole entre bromas y tonterías la historia ficticia de mi primer vuelo. Y mientras le contaba mi relato, noté como se iba serenando e incluso mostraba alguna preciosa sonrisa con alguna de mis payasadas…

 Resultado de imagen de VENTANA DE AVION

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